Los bosques son muy importantes en la regulación del equilibrio hidrológico de los ecosistemas de las cuencas e influyen directamente en la cantidad y calidad del agua superficial y subterránea. Además, los bosques cumplen otras funciones ambientales como la protección del suelo, atenuación de caudales, fijación de carbono, protección de la biodiversidad, retención de nutrientes, y los bienes que generan los bosques. Todas estas funciones y bienes que proporcionan los bosques son esenciales para garantizar la productividad del sector agropecuario.

Bolivia está entre los 12 países más mega diversos del planeta y ocupa el séptimo puesto en extensiones de bosques tropicales, con el 17% de su territorio como áreas protegidas. No obstante, nuestro país experimenta una de las tasas de deforestación más altas de Latinoamérica, con una pérdida de 300 mil hectáreas de bosque anuales, alrededor del 80% de esta deforestación es ilegal y se produce en las tierras bajas de Bolivia, y un 76% del total ocurre en el departamento de Santa Cruz, que pierde anualmente 150 mil hectáreas. Las principales causas que inducen la pérdida de áreas boscosas son los monocultivos de girasol, soya, arroz y otros, la agricultura de pequeña escala y la ganadería.

Por otra parte, Bolivia es considerado un país vulnerable a los efectos del cambio climático, como se ha visto en los desastres naturales ocurridos los últimos años, como inundaciones, sequías, heladas entre otros ocurridos los años 2006, 2007 (Valles cruceños) y 2014 (Beni) y 2015 (Pando).

El cambio climático representa una amenaza para la población boliviana, tanto en las áreas urbanas como en las áreas rurales, principalmente debido a los impactos previstos en la producción agropecuaria y la disponibilidad de agua para consumo humano.

La protección de bosques continúa siendo la medida de mitigación al cambio climático más económica y beneficiosa para los países vulnerables. De esa manera, los Acuerdos Recíprocos Ambientales aportan a la mitigación con la conservación de bosques en las cabeceras de cuenca en municipios rurales vulnerables al cambio climático, con la finalidad de conservar la función ambiental hídrica que proveen estos bosques a las poblaciones de cuenca baja.

Así también, esta protección de bosques en la cuenca alta está permitiendo la captación y fijación de CO2 de la atmósfera, ayudando a la regulación del clima y la conservación de otras funciones ambientales como una medida de mitigación sumamente beneficiosa para Bolivia ante la problemática del cambio climático.

Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) se refirió en 2011 implícitamente al cambio climático, y más concretamente a la incertidumbre, al mencionar: ´´A nivel global, patrones cada vez más impredecibles del tiempo darán lugar a la caída de la producción agrícola y el aumento de los alimentos, lo que llevará a la inseguridad alimentaria´´.

Efectivamente, siguiendo a Figueres, y como consecuencia del cambio climático, los agricultores se enfrentarán a condiciones cada vez menos previsibles y de mayor variabilidad en el abastecimiento de agua y con una frecuencia creciente de sequías e inundaciones.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) incorpora al cambio climático como uno de los principales retos de la seguridad alimentaria, conjuntamente a la escasez de recursos hídricos, la degradación de la tierra y la pérdida de biodiversidad.

Las consecuencias del cambio climático en el Departamento de Santa Cruz se han podido observar en la disminución del rendimiento del año 2012 en la campaña de verano de los siguientes productos: Sorgo 21%, Maíz 15%, Sésamo 7%, Soya 5%. Afectando seriamente a la base económica de Santa Cruz, y a la economía boliviana, tomando en cuenta que la producción agropecuaria de Santa Cruz aporta con cerca del 13% al producto interno bruto (PIB) nacional.

Hasta el año 2030 el Banco Mundial prevé que existirá un incremento de hasta 2C° en Bolivia, lo que implicaría periodos de sequía mayores, inundaciones, heladas y otras alteraciones en el clima, como las que se suscitaron en años anteriores (2006, 2007, 2014 y 2015) que ocasionaron pérdidas multimillonarias de recursos económicos a nuestro país.

De esta manera, el aporte de los esquemas ARA a la adaptación al cambio climático se está dando por medio de la diversificación de la productividad agrícola, brindando a los agricultores de los municipios rurales otras alternativas de producción amigable con la naturaleza, como lo son la fruticultura, apicultura, plantaciones de cacao y café, mientras se conservan sus bosques, y se disminuyen al mismo tiempo los riesgos asociados a los monocultivos tradicionales de soya, arroz, girasol, maíz y sorgo, haciendo de esta manera más resilientes a los agricultores de mediana y pequeña escala, ante los efectos adversos al cambio climático.

Esta diversificación agrícola cuenca arriba está fortaleciendo la resiliencia y la capacidad de adaptación al cambio climático de los distintos actores de las zonas donde se implementa el esquema ARA. Esto está ayudando a mejorar la resiliencia de las comunidades rurales ante los potenciales impactos del cambio climático.

Así también, considerando que uno de los impactos más preocupantes es la reducción en el suministro de agua dulce, la protección de los bosques como fuentes de agua y corredores de humedad se convierte en una estrategia clave de adaptación. Mientras que la aplicación de medidas de eficiencia en el consumo de agua por los usuarios locales del agua en la cuenca baja (Fondos de Agua), promueve la conservación del recurso hídrico, complementando la protección de las fuentes de agua cuenca arriba y fortaleciendo la sostenibilidad de la producción agrícola del país.

Fuente: Periódico Digital PIEB,

Artículo de referencia: https://www.pieb.com.bo/sipieb_nota.php?idn=10026,



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