El documento, titulado “Monitoring Chemical Pollution in Europe´s Seas: Programmes, Practices and Priorities for Research” (“Vigilancia de la contaminación química en los mares de Europa: programas, prácticas y prioridades para la investigación”), ofrece una perspectiva nueva sobre los marcos normativos y los programas de vigilancia pertinentes, que en opinión de los autores no abarcan en su totalidad los contaminantes potencialmente dañinos, obviando, entre otros, muchos contaminantes cuyo uso industrial es reciente.

La contaminación constituye el principal motivo de inquietud para los europeos en lo referente a la salud del medio ambiente marino. Así se desprende del proyecto CLAMER (“Resultados de una investigación sobre el cambio climático y los ecosistemas marinos”), en el que se encuestó a más de 10.000 personas de 10 países europeos sobre los que, a su juicio, eran los temas más preocupantes al respecto. Este proyecto fue financiado con casi 1 millón de euros mediante el tema de Medio ambiente del Séptimo Programa Marco (7PM) de la Unión Europea. En el informe referido se señala que la inquietud de la opinión pública está justificada y respaldada por indicios científicos.

Según los datos disponibles, cerca de 30.000 sustancias químicas a la venta en la UE se producen en un volumen superior a 1 tonelada al año. Una porción de estas sustancias, cuyo número va en aumento, va a parar a mares, ríos y estuarios, donde pueden repercutir negativamente en diversos procesos, ecosistemas y organismos marinos.

La Unión Europea considera que los mares y los océanos poseen una importancia estratégica, puesto que desempeñan una función determinante tanto para la economía como para la sociedad. Lamentablemente, las actividades humanas ejercen una presión cada vez más intensa sobre los ecosistemas marinos y la contaminación química tiene consecuencias más desastrosas que nunca.

“Aún se encuentran en un nivel muy limitado los conocimientos y la concienciación sobre la presencia y las consecuencias posibles de varios contaminantes marinos nuevos y en uso creciente”, aseguró el coordinador del grupo de trabajo autor del informe, Patrick Roose, de la “Unidad de gestión belga de los modelos matemáticos sobre el Mar del Norte” (MUMM, Bélgica).

En opinión del otro coordinador, Colin Janssen de la Universidad de Gante (Bélgica): “Para ser verdaderamente eficaces, los programas de vigilancia tendrán que ser dinámicos y tener en cuenta la lista de contaminantes químicos -que no deja de crecer-, los efectos de los distintos contaminantes en los organismos, ecosistemas y procesos pertinentes, y también dedicar esfuerzos y recursos en función del riesgo percibido”.

En el informe se indica la necesidad de un mayor grado de cooperación, coordinación y armonización entre las labores de seguimiento realizadas en la actualidad y las que están en proceso de desarrollo. De este modo se evitará la duplicación de esfuerzos y el desaprovechamiento de conocimientos especializados, y se logrará que en Europa se aplique una serie de estándares comunes. Al mismo tiempo, se necesitan procedimientos para la evaluación del riesgo medioambiental sofisticados y más integrados con el fin de determinar los efectos de las sustancias químicas en los distintos sectores de los sistemas litorales y de altamar.

“Hasta la fecha la vigilancia de los mares europeos se ha fundamentado en gran medida en la medición de las concentraciones de las sustancias químicas en el agua, sedimentos y la biota", adujo el presidente del Marine Board, Kostas Nittis. "En esta labor de medición no se están aplicando métodos suficientemente sofisticados para conocer los verdaderos efectos de las sustancias químicas en los individuos, las poblaciones y ecosistemas marinos al completo. Hay que aplicar un método más completo y fiable en términos científicos, pues los programas de seguimiento que hay en marcha tan sólo arrojan una visión parcial de la realidad”.



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