El Gobierno catalán se reunió ayer en sesión extraordinaria y de urgencia para acallar las protestas que se extendían por toda Cataluña tras saberse que el aumento de los pantanos, provisional a todas luces, permitía llenar piscinas y regar en cualquier parte. El objetivo era aprobar una modificación del decreto de sequía para mantener las restricciones a consumos no domésticos.

El decreto vigente, cuya modificación fue aprobada, vincula las restricciones al estado de los pantanos y se actualiza todos los días 1 y 16 de cada mes. Las últimas lluvias han hecho aumentar las reservas y hoy, 16 de mayo, se hubiera entrado automáticamente en excepcionalidad 1, abandonando la más restrictiva de excepcionalidad 2, que es la que prohíbe el rellenado de piscinas y el riego de jardines, así como el lavado de vehículos por particulares.

Se trataba, reconoció ayer el consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar, de un absurdo, porque si no llueve en abundancia (las previsiones no lo auguran) se volverá a la fase 2 en cosa de días o, a lo sumo, de semanas. En medio se hubiera podido producir el consumo de agua en piscinas y para otros usos. La simple posibilidad produjo protestas en Tarragona, donde se capta el agua que los barcos han empezado a llevar a Barcelona esta misma semana, e incluso en Barcelona, que entendía que el ahorro de la población (Barcelona tiene uno de los consumos más bajos de España) no habría servido de nada.

Baltasar aseguró el martes que no había que cambiar el decreto. Ayer, a la misma hora pero en lugares diferentes, Baltasar y el presidente José Montilla anunciaron cambios en el decreto para impedir consumos no domésticos del agua; ambos dijeron que los cambios se aprobarían el martes, en el Consell Executiu. Ayer, se convocó una reunión extraordinaria de urgencia porque la fase de excepcionalidad rigurosa se abandonaba, inevitablemente, hoy sin que nadie lo hubiera previsto.

El propio Baltasar aseguró ayer que el martes coincidieron tres elementos "no previsibles": la llegada de la primera agua en barco, las lluvias y el aumento de los pantanos. El barco lo fleta el propio Gobierno y las previsiones fueron anunciadas también por el servicio meteorológico que depende de Baltasar.

Pese a todo, Baltasar sacó pecho ayer y sostuvo que ni él ni el Gobierno han cometido error alguno. "Han pasado unos días", sugirió una periodista. Falso, replicó airado el consejero: "Tenemos diferentes percepciones del tiempo. Donde usted ve días yo sólo veo horas. Hemos actuado con muchos reflejos". Es casi el único que lo cree. En su propio partido (ICV) se marcan distancias con sus actuaciones. La portavoz de ICV en Tarragona, Arga Sentís, afirmó que siente "vergüenza" por la actitud del consejero y 24 horas antes se dio de baja de la formación la ejecutiva del partido en Sant Carles de la Ràpita (en la desembocadura del Ebro). Incluso en el Gabinete hay voces críticas. Ayer fue la de la consejera de Justicia, Montserrat Tura, quien lamentó la falta de coherencia.

Los cambios en el decreto introducen consideraciones complementarias al puro dato de los embalses. Se tendrán en cuenta las previsiones de lluvias, la situación de los acuíferos, la evolución de la demanda (que aumenta en verano) y la llegada de otros recursos (barcos y tubería del Ebro), y una vez considerados todos los factores, el Ejecutivo se reserva la decisión última.

Ayer mismo se determinó que siguen en excepcionalidad los sistemas vinculados al río Muga y los del Ter y el Llobregat, con lo que se mantienen las restricciones de uso en los municipios que se abastecen desde estas cuencas.



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