Cuenca del Duero

Un investigador del Instituto de Gestión Forestal Sostenible (UVa-INIA) de la Universidad de Valladolid en el Campus de Palencia, Francisco Javier Bravo, defiende en su tesis doctoral la necesidad de adecuar los “pasos" para peces de nuestras infraestructuras hidráulicas a la realidad de la Península Ibérica si se quiere garantizar la supervivencia de las especies de peces endémicas.

Las obras de regulación de caudales –presas, diques, etc.– han sido protagonistas en nuestro territorio desde hace siglos debido a la estacionalidad asociada al clima mediterráneo. Estas actuaciones conllevan importantes impactos negativos sobre el medioambiente, como la fragmentación de los ríos que afecta especialmente al libre movimiento de los peces, pues muchas especies deben desplazarse longitudinalmente para completar su ciclo biológico. Para mitigar dichos efectos negativos se diseñan los “pasos" o “escalas" para peces –estructuras que facilitan la circulación de los peces de un lado a otro de estos obstáculos transversales al río–.

“El problema es que durante años los diseños se hacían en base a criterios establecidos para el norte de Europa y EEUU, pero nunca se comprobaba su funcionamiento", explica Francisco Javier Bravo. Su investigación, por tanto, da respuesta a muchas incógnitas en torno al buen funcionamiento de las escalas y lo que es más importante: establece una metodología válida para analizarlas dentro de nuestro contexto y que sirve de guía para futuras evaluaciones.

UNA METODOLOGÍA NOVEDOSA Y APLICABLE EN TODA LA PENÍNSULA

Para llegar a estas conclusiones han instalado, en las propias escalas, sistemas de seguimiento de fauna –microchips pasivos, equipos de antenas y registradores de datos– centrados en las principales especies de peces ibéricos con movimientos migratorios ascendentes: la trucha común, el barbo ibérico y la boga del Duero. Entre otros muchos resultados han observado que las escalas no han supuesto retrasos importantes en la migración –entre 4 y 37 minutos por cada metro de desnivel superado– o, por ejemplo, que el barbo y la boga tienen una capacidad de ascenso muy similar a la trucha, en contra de la creencia habitual.

“Con estas evaluaciones sabemos cuáles son los criterios necesarios para que una escala funcione bien y, por tanto, permita a cada especie reproducirse, alimentarse y encontrar su hábitat óptimo", puntualiza Francisco Javier, y añade “esperamos que los resultados de este estudio se reviertan en el diseño de nuevos pasos para peces y/o la mejora de los existentes, con el fin último de mejorar las poblaciones piscícolas que habitan nuestros ríos".



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