El proyecto financiado con fondos europeos REGADIOX se inició en julio de 2013 con el objetivo de identificar las prácticas de gestión del suelo más adecuadas con vistas a aumentar la fijación de carbono en el suelo y reducir las emisiones de GEI. Durante tres años, esta iniciativa se dedicará a mejorar el conocimiento científico que se posee sobre las emisiones de GEI y la captura de carbono asociadas a los sistemas de regadío (la aplicación artificial de agua a los terrenos de labranza) y demostrar la aplicación de técnicas de regadío capaces de contribuir a la lucha contra el cambio climático.

Entre otros aspectos, se evaluarán y analizarán distintos indicadores con los que medir variables como el carbono atrapado, la energía consumida y las emisiones generadas en función de cómo se gestiona el suelo. Este trabajo concluirá con la publicación de una guía en la que se detallarán las mejores prácticas observadas por el equipo del proyecto.

El equipo al cargo aspira a formar al menos a treinta agricultores en el empleo de los modelos y técnicas desarrollados y a redactar recomendaciones con las que perfeccionar las prácticas agrícolas y las políticas medioambientales a escalas regional, nacional y europea.

Los sistemas modernos de regadío hacen posible cultivar en zonas áridas y semiáridas, generando así como considerables beneficios económicos. En la región española de Navarra ya se han transformado en zonas de regadío 22.300 hectáreas de tierra y se planea convertir 30.000 adicionales.

No obstante, este tipo de cambios en el uso del suelo acarrean consecuencias notables para las emisiones de GEI. La agricultura genera el 20 % del total de emisiones de GEI, sin que en este porcentaje se tenga en cuenta el consumo de energía necesario. Estas emisiones tienen su origen sobre todo en la fermentación y la oxidación de materia orgánica y compuestos nitrogenados.

El dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera es utilizado por las plantas para formar sus tejidos y, cuando éstas mueren, el carbono puede llegar al suelo sobre el que crecen. Si se consigue optimizar el modo de cultivar la tierra para evitar que parte de ese carbono retorne a la atmósfera en forma de CO2, se estará contribuyendo a reducir la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), una de las principales causas del calentamiento global y del cambio climático.

"Llevamos diez años trabajando en los procesos de incorporación y estabilización de la materia orgánica en el suelo -señaló Paloma Bescansa, investigadora de la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Un nuevo enfoque está relacionado con el aumento de dióxido de carbono en la atmósfera y con la manera de lograr retener parte de ese CO2 en los suelos, en la materia orgánica depositada".

En palabras de Íñigo Virto, también investigador en la UPNA: "Que el suelo gane en materia orgánica no sólo puede evitar parcialmente ese retorno de CO2 a la atmósfera, sino que tiene también ventajas desde el punto de vista de la fertilidad del suelo y ayuda por ejemplo a reducir la erosión. La agricultura, con diferentes sistemas de manejo, puede influir en todo ese proceso y, en el caso de los regadíos, quizá los suelos consigan una mayor retención de carbono".

REGADIOX es un consorcio compuesto por el Grupo de Gestión de Suelos de la UPNA, el Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA) y la Fundación para el Desarrollo Rural de Navarra (Fundagro). La Unión Europea aportó 468.332 euros al proyecto a través del Programa LIFE de la Comisión.



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