Se la llama agricultura vertical, y está basada en un principio simple: en vez de transportar alimentos en camiones desde los campos a las ciudades, los frutos se cultivan tan cerca de casa como sea posible, en invernaderos urbanos que se extienden hacia arriba.

El gerente de la empresa EcoCity21 Julián Antolilnez, opina que los beneficios inmediatos serán visibles. No habrá tantos camiones de entrega engullendo combustible y de esta forma los comercios en las ciudades tendrán un acceso más fácil a alimentos frescos y saludables al tener suministro local.

Según estudios de organismos europeos, en un futuro no muy lejano el precio del carburante hará que los productos básicos se encarezcan por el transporte a tal nivel que parte de la población no podrá acceder a ellos.

Más adelante, la agricultura vertical podría traer cambios incluso más grandes y radicales. La agricultura bajo techo reduciría el uso de pesticidas y herbicidas que contaminan el medio ambiente. La preservación o recuperación de los ecosistemas más naturales podría desacelerar el cambio climático. Y cuanta más comida se produzca en interiores, menos susceptibles seremos a crisis ambientales que alteran los cultivos y elevan los precios hasta las nubes.

Según Julián Antolinez,  gerente de EcoCity21 la técnica se volverá más y más atractiva a medida que el cambio climático aumente el costo de la agricultura convencional y los avances tecnológicos hagan más barata la agricultura de invernadero. De hecho, Dickson Despommier, profesor de microbiología en la Universidad de Columbia, espera que el mundo sea capaz de producir la mitad de sus alimentos en granjas verticales en 50 años.

“Nuestro proyecto al final ha visto la luz, en el cual llevamos trabajando más de dos años. Aunque este tipo de tendencia no va  a sustituir la agricultura tradicional y masiva, si va a tener cada vez más importancia en la economía”.



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