Cada año se emiten a la atmósfera hasta 2.000 millones de tormentas de arena, procedentes en un 55% de las zonas áridas y semiáridas del norte de África, según las estimaciones.

El especialista de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Stephan Baas indicó en un acto que los mayores impactos de estas tormentas los están recibiendo los países norteafricanos y de Oriente Medio.

Esa región es una de las más secas del mundo, con sequías recurrentes, escasez de agua y graves problemas de desertificación, lo que facilita que los fuertes vientos levanten grandes cantidades de arena y polvo de suelos tan desnudos de vegetación.

Esas tormentas han cobrado una “nueva dimensión con las crisis, los conflictos y las acciones militares” en la zona, que han contribuido a una “masiva degradación del ambiente y de los suelos”, destacó Baas.

Se trata, a su juicio, de un “desafío transfronterizo que puede tener un impacto tremendo”, debido a los movimientos de esas partículas a miles de kilómetros de distancia desde que se originan en puntos como los desiertos del Sahara, de Mesopotamia o del mar Rojo.

En esa región se calcula que cada año se pierden casi 11.000 millones de euros (unos 13.000 millones de dólares) por las tormentas de arena y polvo, que causan problemas de salud, daños en las infraestructuras, fallos en los transportes y degradación ambiental.

Suelos y sequía

En la agricultura, el experto comentó que se reduce la productividad de los suelos, aumenta el riesgo de sequía, los cultivos acaban enterrados bajo la arena y las plantas no pueden hacer la fotosíntesis, a lo que se suman las pérdidas de ganado y los destrozos en las instalaciones.

Las prácticas insostenibles en el sector primario son un “factor” que contribuye a esas tormentas, según Baas, que citó la expansión de la agricultura en las tierras marginales erosionando el suelo, el abuso en la extracción del agua, el abandono del campo y la deforestación.

En Irak, donde cada año se registra una media de 122 tormentas de polvo, 20 de los 32,5 millones de hectáreas de desierto están expuestos a la erosión del viento.

A nivel mundial, las emisiones anuales de polvo han aumentado entre un 25% y un 50% en el último siglo por la combinación del uso de la tierra y el cambio climático, un fenómeno que puede llegar a ser extremo. El técnico de la FAO recordó la muerte de un centenar de personas la semana pasada en el norte de la India como consecuencia de fuertes lluvias y tormentas de arena.

Previsiones meteorológicas

El director de Meteorología Agrícola de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Robert Stefanski, explicó que están trabajando en un programa para establecer una red global de investigación que permita a los países realizar previsiones a tiempo sobre ese tipo de fenómenos y actuar en consecuencia.

Por el momento existen 15 organizaciones que proporcionan predicciones y dos centros en Barcelona y Pekín, con el objetivo final de integrar la información en un solo sistema. “El sistema también tiene el potencial de avanzar en la investigación del movimiento de las langostas del desierto, evitar la degradación de los suelos y frenar las plagas“, agregó Stefanski.

Fuente: Factor CO2,



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