El camalote es un claro ejemplo de especie invasora dañina para la biodiversidad acuática en nuestro país.

Las especies exóticas invasoras son especies foráneas introducidas de forma artificial, accidental o intencionadamente y que, después de cierto tiempo, consiguen adaptarse al medio y colonizarlo.

Las especies nativas, al no haber evolucionado en contacto con estas nuevas especies, no pueden competir con ellas, por lo que son desplazadas o, en el peor de los casos, mueren y desaparecen.

La invasión de exóticas es la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo y, en Europa, una de cada tres especies está en peligro crítico de extinción por esta creciente amenaza.

¿Cómo combatir la expansión de esta especie invasora?

Existen dos medidas principales para evitar que la proliferación de las especies invasoras, como el camalote:

  1. Lo más importante: Evitar que especies exóticas lleguen al medio natural a través del mascotismo o la acuariofilia, para evitar de raiz este tipo de catástrofes. Como se suele decir «prevenir mejor que curar».
  2. Conservar, recuperar y renaturalizar los ríos.

Ya se han gastado 30 millones de euros y no se ha logrado grandes avances, por lo que quizás haya que replantearse las estrategias de lucha que se han venido ejerciendo. Cualquier método aislado es insuficiente para alcanzar un control efectivo.

Existen bastantes organismos de control biológico (OCB) que han demostrado ser muy eficaces en EEUU y otros países del mundo. Además, son agentes muy específicos.

El problema con el control biológico, en este caso, es que es un proceso relativamente lento, puesto que requiere años para que la población de OCB crezca y ejerza un control significativo frente al camalote.

Pero este control no es suficiente, debería combinarse con las medidas anteriores y varias más, para que se ejerza un control significativo.

Investigación y experimentación

Más investigación y experimentación podría haberse hecho ya, con una pequeña fracción del coste empleado en control mecánico, de modo que en la actualidad quizás se dispondría de OCBs listos para su liberación. Por ejemplo, Portugal, ha sido el país junto con UK en liberar dos OCB para Acacia e Impatiens, respectivamente.

No hay nada que impida realizar estos estudios ni llevar a cabo la introducción, y con los actuales protocolos de prueba se tiene una garantía muy elevada de que el OCB resulte inocuo para el medio y sus especies.

Sin embargo, el máximo responsable de la lucha contra el camalote, la Confederación Hidrográfica del Guadiana tiene una visión muy en contra sobre el control biológico. Y esto puede explicar, al menos en parte, por qué ni siquiera se ha intentado.

Como ejemplos, en Valencia, se ha empleado OCBs para azolla, agave y chumbera, pero se trata de organismos que hayan introducido, sino que han llegado de manera fortuita y los han utilizado una vez aquí. Los resultados obtenidos han sido extraordinarios.

 Control biológico

La vision del riesgo que conlleva el control biológico está muy mediatizada por las catástrofes que provocaron liberaciones de estos organismos en el pasado.

En la actualidad los protocolos que se siguen para determinar posibles impactos negativos/afecciones a otras especies o habitats de estas especies son tan estrictos que ese riesgo se ha minimizado enormemente. Muchas de las introducciones catastróficas a las que me refiero no se habrían autorizado de ninguna de las maneras en la actualidad.

Por otra parte, los países más avanzados del mundo en materia de gestión de invasiones biológicas, como Australia o Sudáfrica recurren con frecuencia a estas herramientas. Europa es una excepción y eso hace que las introducciones fortuitas (introducciones de OCBs por no se sabe quién ni de qué manera) sean la norma hoy por hoy, con el claro riesgo que eso sí que conlleva.

Fuente: Laura Moreno / WWF,

Artículo de referencia: https://www.wwf.es/?49360/El-camalote-una-especie-invasora-en-el-rio-Guadiana,



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