En 1994, un incendio forestal arrasó parte de la comarca del Vallès Oriental, en la provincia de Barcelona. Entre otras, el fuego se llevó por delante la finca de Pilar Comas, en Riells del Fai, así como la vivienda que alojaba. El suelo abrasado perdió su vegetación y también tres fuentes de agua en las que la flora y la fauna se apoyaban.

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Medio rural

Ante la nueva situación, la propietaria decidió sustituir sus cultivos, sobre todo, árboles frutales y otras especies, por plantas aromáticas mediterráneas: con gran capacidad de adaptación al terreno, reducida necesidad de agua y muy capaces de mantenerse en modo ecológico por su resistencia a las plagas.

De este paso, muy influido por la necesidad, surgió Vall de Ros, el piloto de una red de Parcs de les Olors que hoy en día cuenta con más de una veintena de emplazamientos en otras tantas comarcas catalanas.

Los impulsores de la «xarxa», red en catalán, pronto tuvieron claro el objetivo de su proyecto, que, al mismo tiempo y desmenuzado, se convertiría en su sustento económico.

Esta franquicia social, así denominan a la figura bajo la que funcionan, busca «ofrecer al campo una estrategia innovadora para mejorar las condiciones del patrimonio rural y, especialmente, de las personas que se ganan la vida en él».

Cuatro pilares

La organización propone un desarrollo rural sostenible muy dirigido a espacios marginales pero accesibles y con cierto valor paisajístico. En ellos nace cada Parque de los olores. Y con cada parque, una oportunidad para el campo. La red basa su mantenimiento y crecimiento en cuatro pilares.

El primero, la producción de plantas aromáticas y medicinales, siempre bajo las normas de la agricultura ecológica y buscando la especialización en cada lugar, la especie que mejor se adecue a las características del terreno.

El segundo cumple la meta de la divulgación. Institutos, grupos y particulares se acercan a estos enclaves para conocer el terruño, sus usos tradicionales, todo aquello que ofrece el medio rural y también lo que necesita para sobrevivir sin perder su esencia.

En las visitas también se aprende sobre el procesado de las plantas aromáticas para elaborar productos cosméticos naturales, medicinales y culinarios que Parc de les Olors comercializa tanto en las tiendas de sus espacios como en otros establecimientos.

El cuarto camino que la «xarxa» transita en busca de la viabilidad, es el de la I+D, que combina programas que van desde la recuperación de plantas endémicas, como el trabajo que han hecho con una especie de tomillo que solo se da en la Península Ibérica, hasta el desarrollo de maquinaria y equipos especializados.

Todo ello, destaca la red, se consigue gracias al poder de la colaboración. El modelo de parques da la oportunidad a multitud de pequeños agricultores de labrarse un futuro en su medio rural, y la gestión y comercialización de su producción se organiza igualmente de forma cooperativa.

Fuente: La Razón / Víctor Negro,

Artículo de referencia: https://www.larazon.es/sociedad/medio-ambiente/olores-para-revitalizar-el-medio-rural-IF19856439,



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