La recogida selectiva de papel y cartón es la fracción de los residuos urbanos que más volumen y peso aporta tras los orgánicos. El papel es un claro indicador del desarrollo y su presencia en los residuos señala también esta característica.

En España, el valor promedio del peso de esta fracción oscila entre el 16 y 22% siendo el valor más típico el 18%, muy alejado aún de los valores mundiales a los que España se verá abocada.

La recogida selectiva del papel presenta una peculiaridad originada por el carácter aparentemente especulativo de los precios de estos subproductos. De la misma manera, el hábito de los recuperadores de obtener el papel usado desde economías marginales y de tipo benéfico, dificulta el establecimiento masivo de programas de recuperación, pero aún así se van desarrollando algunas fórmulas para posibilitarla.

Entre las diversas vías para recuperar papel, la recogida selectiva en origen es una más que presenta la gran ventaja del compromiso de colaboración que adquiere el ciudadano de forma voluntaria. A pesar de ello, se sigue utilizando la madera como materia prima del papel acompañada del papel usado debido a:

  • Aumento de la producción y del consumo.
  • Destrucción de cierta proporción del papel.
  • Degradación paulatina de las fibras celulósicas que deben ser desechadas tras varios procesos.

La fabricación de papel se basa en materiales recuperados y en pasta nueva de madera obtenida por tratamientos químicos o por separación mecánica de sus fibras celulósicas.

De estos argumentos se desprende la importancia que tiene la recogida selectiva del papel y del cartón para asegurar el mínimo uso de nueva fibra en la industria papelera. En cualquier caso, no debe descartarse que en el futuro aumente el protagonismo de nuevas formas de recuperación de envases, como su retorno, recarga, etc., propiciado por los próximos marcos legislativos.

Se estima que es posible recuperar hasta el 70% del papel presente en los residuos sólidos urbanos, pero los datos actuales indican que sólo se segrega selectivamente entre el 3 y el 5%, valores que se están incrementando constantemente a pesar de las dificultades e inconvenientes anunciados.

La recogida del papel y el cartón sigue las mismas líneas generales que se aplican para el vidrio. Esta suele efectuarse de dos modos:

  • Como monoproducto.
  • Agrupada con otras fracciones.

La recogida monoproducto, la solución más difundida, se basa en contenedores de gran capacidad en la vía pública, especialmente de tipo troncocónico, donde el ciudadano lleva el papel desechado. Estos recipientes son vaciados con la periodicidad precisa por vehículos con caja abierta y grúa preparada para esta función aunque, dadas las características de estos productos, admiten el uso de cajas con compresión para optimizar la capacidad de carga. También se están utilizando contenedores de menor capacidad, manejados por los sistemas convencionales de recogida de residuos con recolector-compactador. El papel y el cartón recolectado se transporta a centros de recepción que los recuperadores tienen en los alrededores de las ciudades, donde se procede a las operaciones de limpieza, clasificación por tipos y calidades y embalado para su venta a las papeleras. En contados casos estas operaciones las efectúan los ayuntamientos sólo si disponen de plantas de reciclado o líneas de triaje.

La determinación del número de recipientes comunitarios se efectúa de forma similar a la utilizada para distribuir los contenedores de vidrio:

  • Un contenedor cada 1.000 habitantes.
  • Criterios de servicio sobre criterios de productividad.

Otro sistema utilizado en España es el denominado puerta a puerta, que suele utilizarse sólo para productores masivos: bancos, oficinas, grandes superficies, etc. Para ello existen múltiples soluciones, como la entrega de pequeños contenedores o el uso de jaulas para cartón. En el caso de los cartonajes rechazados por las grandes superficies es frecuente que ellas mismas organicen su recogida internamente usando compactadores estacionarios, prensas propias, etc., para su posterior valorización y recuperación.

Uno de los problemas que presentan los residuos de cartón es diferenciar si se trata de residuo doméstico o industrial, una frontera difícil de definir a efectos prácticos que origina que pequeños grandes productores, como comercios de tamaño medio, bares, restaurantes, pequeñas industrias, etc., se integren en el entramado urbano con producciones considerables pero no tanto como para catalogarlas de industriales. Este fenómeno provoca la ocupación de gran parte de los contenedores instalados en la vía pública, por ello es conveniente limitar los volúmenes que este sector puede depositar como residuos urbanos y fomentar acciones que reduzcan sus aportaciones o, al menos, su volumen.

Otro eficaz sistema dentro de los métodos puerta a puerta, aunque de altísimo coste, es entregar cajas de cartón reciclado de gran capacidad para que escuelas, oficinas, bancos, etc., los usen como papeleras, avisando al suministrador cuando están llenos.

La recogida del papel y cartón como monoproducto hace que este se acumule en los contenedores y tiente a que los rebuscadores lo sustraigan y vendan. La cuestión es polémica, pues hay quien piensa que estas acciones son justificables, ya que en definitiva, se recupera el papel a la vez que se ayuda a los sectores marginados de la sociedad. Esta idea es muy discutible, pues por lo general:

En la recogida selectiva del papel y el cartón como fracción agrupada con otros productos, se pasa a plantas de tratamiento, donde se separan las diferentes fracciones elementales para dirigirlas hacia los recuperadores especializados en cada producto.

En términos generales, y salvo recogidas concertadas con bancos y grandes oficinas, la recogida de papel y cartón en España se realiza mezclando todos los tipos, siendo el recuperador una figura fundamental para la plena valorización de esta fracción de los residuos sólidos urbanos.



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