Para el tratamiento de residuos sólidos urbanos existen tres métodos básicos de tratamiento; el vertido controlado, la valorización energética y el reciclaje, con obtención de subproductos como papel, plásticos, férricos, etc., y materia orgánica que debe ser compostada antes de su empleo como agente enmendante de suelos degradados o abono de cultivos, todo ello contando con la recuperación en origen de las distintas fracciones capaces de ser reutilizadas mediante recogidas selectivas.

Teniendo en cuenta criterios de máximo aprovechamiento de los residuos, la opción del reciclado y posterior compostaje es, medioambientalmente, la opción más correcta. El compostaje es un proceso biológico natural de estabilización y descomposición de la materia orgánica, macromoléculas, en principios básicos asimilables por las distintas especies vegetales. Este proceso se emplea también en el tratamiento de residuos vegetales y animales, lodos de depuradora y cualquier otro tipo de residuo orgánico. Además, hay que añadir que la nueva legislación europea en materia de gestión de vertederos de R.S.U. avanzadas hacia un modelo que imposibilita el vertido materia orgánica en vertederos, a fin de evitar la actividad biológica de los mismos.

La calidad del compost aplicado en la agricultura debe cumplir con una serie de parámetros y requisitos contemplados en la Directiva 86/278/CEE, traspuestos al Derecho Nacional por el Real Decreto 1.310/90, por lo cual, el control exhaustivo de estos procesos garantizará su calidad final. Es muy importante el control de la calidad de los residuos a compostar y la eliminación de éstos de los contaminantes e inertes que disminuyen drásticamente el valor del compost obtenido, llegando a imposibilitar su uso en agricultura.

La calidad del compost final depende de varios parámetros que intervienen durante el proceso de fermentación y maduración, los cuales generalmente oscilan dentro de unos rangos debido a la heterogeneidad de la mezcla inicial (los residuos) y a las posibles variaciones estacionales en su composición. Estos parámetros son la temperatura, humedad, relación Carbono-Nitrógeno, presencia de oxígeno, pH, etc.

Además, cabe citar que existen productos considerados contaminantes como son lo metales pesados, productos químicos orgánicos, industriales tóxicos y muchos productos químicos domésticos peligrosos, y otros elementos inertes, tales como vidrio o residuos plásticos, que repercuten sobre la calidad del compost producido. La existencia de todos estos materiales no depende tanto del sistema de compostaje como de los pasos previos de preparación de la masa a fermentar, aunque en un proceso correctamente gestionado, es posible su detección mediante previo a ser empleado en la agricultura.

El compostaje de materia orgánica a través de un sistema de fermentación aerobio tradicional, al aire libre, mediante la aportación controlada de oxígeno por volteos, de los que existen varios sistemas, o por aportaciones de aire por bombeo, es un proceso relativamente lento, regido por la propia descomposición natural de la materia orgánica, el cual requiere de parques o naves de fermentación caracterizados por ocupar grandes extensiones de terreno. De estos procesos se desprenden ciertas cantidades de líquidos lixiviados y emanaciones gaseosas. Si la instalación está correctamente concebida, tanto los líquidos como los gases serán sometidos a algún tratamiento de depuración de olores y depuración.

Por otro lado, se está implantando con fuerza los sistemas cerrados de fermentación de materia orgánica. Estos procesos se caracterizan por el control exhaustivo del proceso, de modo que la degradación tiene lugar de forma más rápida y eficiente, y las emisiones, tanto líquidas como gaseosas puedan ser medidas, controladas y depuradas.

Los procesos de fermentación en túneles permiten ampliar la capacidad de tratamiento de la instalación, añadiendo las unidades modulares de fermentación necesarias. El módulo de tratamiento es basicamente un espacio cerrado sobre el que se instalan los equipos de medida y control. Físicamente pueden construirse en «cajones» de hormigón de variada forma y tamaño o contenedores metálicos, de menor capacidad.

 

Las variables del proceso anteriormente citadas: contenido de humedad, relación carbono-nitrógeno, temperatura, pH, tiempo de retención, etc., son controladas, dirigidas y optimizadas. Esto conlleva una degradación más rápida y completa, con un impacto mínimo en el entorno. Las fracciones líquidas se recogen de los depósitos y se conducen hasta la correspondiente instalación de tratamiento de lixiviados. Las emanaciones gaseosas, son recogidas de igual modo y transportadas hasta biofiltros u otras instalaciones de tratamiento.

La materia orgánica, tras los correspondientes sistemas de cribado, es introducida en el interior de los túneles. Según el tamaño de la instalación y de la cantidad de materia orgánica a tratar, el tamaño de los túneles variará de este modo, la alimentación se realiza mediante pala cargadora introduciendo el material dentro del túnel o, mediante un sencillo sistema de cintas móviles que descargan el material desde la parte superior o frontal del túnel, homogeneizando su mezcla y descarga.

Durante la fermentación, la materia orgánica permanece estática, sin someterse a ningún tipo de volteo. La descarga se ejecuta del mismo modo; mediante maquinaria móvil o sistemas compuestos de túneles con suelo móvil que vierte el material fermentado sobre cintas transportadoras que conducen el material hasta instalaciones de afinado posterior.

Los túneles incorporan sistemas de ventilación para el aporte de oxígeno necesario para la flora bacteriana para asegurar la correcta fermentación aerobia de la materia orgánica. También cuenta con sistemas de aporte de agua. En este sentido existen experiencias de aportar el lixiviado obtenido del mismo proceso. La importancia de la aportación de líquidos a la masa en proceso de fermentación es importante, sobre todo teniendo en cuenta que al aportar un caudal de aire y retirar continuamente las fracciones gaseosas, pueden darse altas temperaturas que sequen la materia orgánica. Con la disminución del grado de humedad, la flora bacteriana se resiente y disminuye la efectividad y velocidad del proceso.

Las instalaciones más modernas cuentan con sistemas automatizados de control del proceso, mediante los cuales pueden enviarse señales hasta puntos lejanos para el seguimiento y control del proceso.

La evolución de los sistemas de compostaje a sistemas cerrados ha representado un avance muy importante en este tipo de tratamientos, tanto desde el punto de vista de proceso como por la calidad del producto final, favoreciendo el uso del compostaje como tecnología moderna de tratamiento de la materia orgánica de los RSU. En los últimos 10 años, el desarrollo de las técnicas de tratamiento de estos tipos de materia orgánica ha sido extremadamente intenso.



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