Los distintos tratamientos de limpieza que conforman los servicios de barrido manual precisan de un determinado equipamiento para poder desarrollar la labor con eficacia, productividad, calidad y seguridad. Este equipo es básicamente común para las distintas modalidades de barrido manual; las diferencias se van estableciendo a medida que cambian las condiciones de trabajo y según el tipo de elemento de carga a utilizar. El equipamiento, útiles y herramientas, se compone de escoba, recogedor, carrito, motocarro y camión brigada.

La herramienta básica del barrendero es la escoba. Este útil apenas ha evolucionado a lo largo de los siglos; tan sólo hace un par de décadas ha experimentado cambios en los materiales con los que está fabricada.

En un principio, la escoba estaba formada simplemente por la unión de varios haces Iongitudinales de fibras naturales a los que se les pelaba un buen tramo que luego conformaría el mango, por donde se amarraba con una cuerda para darle consistencia y rigidez. Posteriormente, la escoba de barrendero se ponía de dos partes: mango y mazo. El mazo estaba y está constituido por fibras vegetales de diversos grosores, flexibilidad Y resistencia: junco, brezo, retama, palma y otras fibras, solas o combinadas entre ellas. El mango se fabricaba con un palo recto de madera de haya con una Iongitud entre 140 y 160 centímetros y un grosor entre 3 y 4 centímetros. La unión del mazo y el se realizaba con una cuerda hecha de fibras vegetales o bien con alambre. El mazo se confeccionaba cortando las fibras más flexibles en longitudes entre 50 y 60 centímetros y las más rígidas en longitudes entre 40 y 50 centímetros, dándole apariencia de pincel. De esta forma se consigue una herramienta que colocada descansando en su posición natural sobre el pavimento, permite arrastrar con un movimiento circular todos los residuos de mayor tamaño.

Asimismo, usando la parte flexible del extremo, permite la limpieza de lugares especialmente difíciles como el espacio entre vehículos estacionados, bordillos o llagas del pavimento, y arrastra los residuos de pequeña granulometría: hojas secas descompuestas, colillas, etc.

En la actualidad, estas escobas han caído en desuso, entre otras causas por el riesgo de incendio que representaban los almacenes llenos de fibras vegetales secas, y han sido sustituidas por escobas con el mismo diseño, pero cuyo mazo está confeccionado con filamentos plásticos de diversos grosores y flexibilidad. El mango está fabricado en tubo de aluminio, algunos incluso con empuñadura de diseño ergonómico, y su unión al mazo se lleva a cabo mediante casquillos a rosca o a presión que posibilitan el desmontaje y la sustitución fácil y rápida de este cuando esté gastado.

Estas nuevas escobas son mucho más ligeras y la duración del mazo de fibra sintética se sitúa entre 30 y 45 Jornadas, cifra muy superior al de fibras vegetales, que no duraba más allá de 3 o 4 jornadas de trabajo.

Una alternativa a la escoba es el cepillo. Este consiste básicamente en una pieza de madera de aproximadamente 50 x 8 x 2 centímetros, en la que se insertan manojos de fibras de polipropileno de diez centímetros de longitud, antes cerdas de fibras vegetales muy rígidas, y a la que se acopla un mango de madera o de aluminio. La unión de ambos elementos se hace en forma de ángulo para permitir la acción de barrido empujando el cepillo hacia delante y aprovechando tanto el esfuerzo del operario como la fuerza ejercida por su propio peso.

Además de estas herramientas básicas, también se usan algunas más especializadas, como el cepillo de 150 centímetros de anchura, construido con fibras de propileno de 15 centímetros y con un grosor de tan sólo 20 milímetros, que permite barrer grandes superficies donde los residuos acumulados sean muy ligeros como polvo, hojas secas, etc., con poco esfuerzo físico y con eran productividad. Por último, el empleo del escobijo, antiguamente tan sólo un haz de fibras vegetales cortas amarradas y hoy día un pequeño cepillo de fibras de polipropileno con mango vertical, sirve para empujar hacia la pala o el recogedor los residuos amontonados previamente.

  • El recogedor. Este elemento auxiliar del barrendero destinado a retirar los montones de residuos es de uso relativamente reciente. Tradicionalmente, se ha usado la pala cuadrada o de carbonero, herramienta que ya está cayendo en desuso debido a su poca capacidad de carga y a que, al levantarla para descargarla en el carrito, es necesario cubrir los residuos con el escobijo para evitar que se derrame parte de ellos. Además, hay que elevarla con un solo brazo, con el consiguiente esfuerzo realizado en una posición no natural y con riesgo de accidentes por esguinces o torceduras.

    En algunas zonas del país, en lugar de pala y escobijo, se usa el capazo de esparto, goma o plástico y el palustre curvo, que también van quedando relegados en los servicios de barrido manual porque obligan al operarlo a agacharse mucho.

    El recogedor, que está utilizándose cada vez más, es un recipiente con forma de tronco de pirámide irregular construido en chapa de acero. Una de sus caras es abatible por medio de un mecanismo de palanca accionado desde el propio mango de sujeción. Dejando el recogedor en reposo sobre el pavimento, se acciona el sistema de apertura de la tapa y se cargan en él los residuos con la ayuda del escobijo. Una vez cargado, al cogerlo y levantarlo por el asa, la boca se cierra y permite trasladar los residuos sin riesgo de derrames. Actualmente estos recogedores se están fabricando en plástico flexible, con lo que se ha conseguido reducir su coste, aligerar su peso y facilitar su lavado.

  • El carrito. El carrito de barrendero ha pasado por diversos diseños hasta llegar a los actuales modelos. Antiguamente, los carritos de barrendero sólo se diferenciaban de los carros tirados por caballerías en su tamaño. Estaban de madera, con dos varales y sus correspondientes mozos para dejarlo en posición horizontal, ruedas de gran diámetro con radios de madera y llantas de acero. Se fabricaban grandes para evitar excesivos desplazamientos a los lugares de vertido, alejados de las zonas habitadas, por lo que eran muy pesados. Con el tiempo, estos carros fueron sustituyéndose por otros de las características pero construidos en chapa de acero galvanizada o de aluminio y con ruedas neumáticas, que los hacía más ligeros y manejables.

    La primera innovación importante en los carritos de limpieza fue la aportación por el diseño de una estructura de tubo de acero a la que se incorporaron ruedas con llantas, radios y neumáticos; en dicha estructura se alojaban la escoba, el escobijo, la pala v dos cubos metálicos de entre 80 y 100 litros con fin de que fueran descargados mediante elevadores mecánicos a recolectores compactadores de residuos. Este tipo de cubos, debido a su excesivo peso, se fue sustituyendo por cubos de material plástico con capacidad de hasta 120 litros, que ampliaban la capacidad de carga y disminuían su peso.

    A partir de la década de los ochenta, la implantación generalizada de la recogida de basuras en contenedores proporcionó a los barrenderos múltiples y cercanos puntos de descarga e hizo que se replanteará el diseño de los carritos de limpieza. El primer paso se dio sustituyendo los cubos del carrito por aros portabolsas. Los aros pueden portar dos bolsas de plástico o de papel de 120 litros de capacidad. Cada vez que son llenadas por el barrendero, este las puede depositar, previo atado de su boca, en el primer contenedor para residuos sólidos que encuentre a su paso.

    Posteriormente, al estar tan próximos los puntos de descarga, se diseñaron unos carritos más ligeros, maniobrables y cómodos, con sólo una bolsa de 120 litros y con un tamaño lo suficientemente pequeño para que fuese posible transportarlos en cualquier vehículo.

    En algunas ciudades, a pesar de la presencia de contenedores, se utilizan aún carritos con dos bolsas. Ello se debe a que existen contratas de servicios de recogida y de limpieza adjudicados a diferentes empresas, no teniendo la concesionaria de limpieza viaria autorización para usar los contenedores de residuos sólidos, con lo que tienen que utilizar los suyos, mucho más alejados entre sí.

    La tendencia actual más generalizada aboga por carritos de limpieza más ligeros y por evitar el transporte permanente de residuos en ellos, llegándose, para servicios especiales, al uso de carritos portátiles y plegables diseñados de manera que pueden colocarse en motocarros, camiones brigada o furgones de transporte sin que ocupen apenas espacio.

  • El motocarro. El motocarro permite desplazar a los operarios con rapidez desde el centro de trabajo hasta su sector y desde este hasta los puntos de descarga. Es necesario que el barrendero disponga de un vehículo de transporte individual y con capacidad de carga suficiente para los residuos recolectados en la jornada cuando el centro de trabajo del que parte está muy alejado de las zonas a atender, cuando el sector a barrer es muy extenso porque tiene poca acumulación de residuos, o cuando no existen contenedores donde depositarlos.

    Los antecesores de los actuales motocarros nacieron en Italia a principios de la década de los sesenta. Consistían en triciclos accionados mediante pedales, con una caja donde depositar los residuos en la parte delantera y un manillar, un sillín y una rueda direccional en la parte trasera.

    Los actuales motocarros son vehículos automóviles de tres ruedas montados sobre un chasis con cabina para el operario y caja trasera para los residuos. El motor puede ser de gasolina con un cubicaje entre 49 y 250 cm3, o de gasoil con cubicajes de 400 a 500 cmcm3. La cabina puede tener acomodo para uno o dos operarios y disponer de ciertos complementos como volante, giro faro, etc. La caja debe tener una capacidad cercana al metro cúbico, bascular mecánicamente para su descarga y albergar todas las herramientas precisas para realizar el tratamiento de barrido. Los modelos más avanzados disponen de elevacubos mecánico y de sistema de elevación de la caja por tijeras u otros mecanismos, que permiten posicionarla a diversas alturas antes de su volteo y descargarla en contenedores, recolectores compactadores u otro tipo de vehículos.

    Actualmente, el mercado oferta motocarros de tracción eléctrica con diseños muy atractivos. Estos vehículos se están imponiendo cada día con más fijeza porque gozan de muy buena imagen pública, ya que, gracias a su sistema de propulsión, son silenciosos y no contaminantes.

    En la legislación laboral no se contempla la categoría profesional adecuada para estas funciones. Las empresas que tienen motocarros en uso han creado una nueva categoría laboral de cualificación superior a la de peón en la que se conjugan las características del trabajo de barrendero con las de conducción de vehículos para los que se precisa el permiso de conducir de la clase A.

  • Camión de brigada. Los camiones de brigada se utilizan para equipos de trabajo de más de dos operarlos que necesiten de un vehículo para desplazarse y disponer de gran capacidad de carga. Este vehículo suele tener un peso máximo autorizado de 3.500 kilos. Por lo general, los motores más utilizados son de gasoil, con cubicajes entre 1.900 y 2.500 cm3.

    Es conveniente que la cabina sea de tipo ampliado para poder disponer de tres a seis asientos, dependiendo del número de operarlos de la brigada. La caja para los residuos debe tener una capacidad entre 3 y 5 metros cúbicos, ser basculante y estar preparada para llevar los útiles de limpieza: escobas, escobijos, recogedores y carritos plegables. Puede llevar tapas practicables o estar abierta, pero en este caso debe disponer de toldo para cubrir los residuos y evitar se dispersen durante el transporte.



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