Las aguas superficiales, ríos, arroyos, lagos…, pueden ser consideradas para su utilización desde diferentes puntos de vista, entre los cuales destacan los siguientes: como recurso natural, como fuente de suministro, como medio receptor de otros flujos hídricos, y como fuente y medio receptor de energía térmica y mecánica.

El agua como recurso natural. El agua se caracteriza por su gran movilidad y por el hecho de ser uno de los medios naturales con más actividad de la biosfera. Su régimen hidráulico, torrencial o lento, y la interacción con el territorio que le rodea marcan el proceso en el tiempo y la evolución física, química y biológica.

Los seres vivos que habitan en el agua se han adaptado a las condiciones naturales de ésta, de manera que son capaces de soportar las variaciones tanto de calidad como de cantidad de este medio sin que su presencia produzca habitualmente efectos perniciosos sobre el mismo recurso hídrico.

Por otro lado, las actividades humanas han sido la causa en algunos casos de modificaciones más intensas y rápidas que las registradas en el pasado en estos medios naturales, con consecuencias desfavorables tanto para el recurso en si como para los seres vivos que dependen de él.

La recuperación y la preservación de la flora y de la fauna de un lecho natural pueden comportar unos niveles de calidad y un régimen de caudales tan exigentes como los que requieren otros usos del agua.

EL AGUA COMO FUENTE DE SUMINISTRO

Las aguas superficiales constituyen la fuente de abastecimiento más frecuente, ya sea para suministro público, riego agrícola, actividades industriales y ganaderas u otros usos. Desde esta perspectiva , las exigencias de calidad con las posibles utilidades y la disponibilidad de caudales suficientes constituyen importantes puntos de referencia. La regulación de este recurso, mediante la utilización de embalses, en mejora de la disponibilidad cuantitativa, puede modificar sustancialmente su calidad química y biológica si no se controla el posible deterioro de los atributos estéticos y de conservación de la vida en el agua o eutrofización.

La disponibilidad de agua para suministro y las posibilidades como medio de transporte que ofrecen los cursos superficiales de agua han propiciado el desarrollo de asentamientos urbanos. Asimismo, la obtención de alimentos por medio de la pesca, el riego agrícola y la ganadería han favorecido históricamente el desarrollo urbano, agrícola e industrial en el entorno de los cursos superficiales de agua. Aunque el volumen de agua generalmente aconsejado para el consumo humano directo es de dos litros por habitante y día, el gasto del elemento por persona no se limita a esa cantidad. La dotación de agua mínima recomendada por la reglamentación técnica española para el suministro doméstico es de cien litros por habitante y día, las dotaciones de agua más frecuentes en las grandes ciudades se sitúan entre ciento cincuenta y doscientos litros por habitante y día. Esta asignación urbana incluye tanto el consumo doméstico como los industriales, de riego y las llamadas pérdidas de la red de suministro. Por otro lado, el consumo de agua que hace la industria es muy variable y depende del tipo de actividad y del grado de modernidad de las instalaciones.

 

EL AGUA COMO MEDIO DE TRANSPORTE

Los lechos naturales o artificiales de agua constituyen un excelente medio de transporte muy utilizado en los países industrializados del hemisferio norte, aunque en España es una práctica que casi ha desaparecido.

EL AGUA COMO MEDIO RECEPTOR DE OTROS FLUJOS HÍDRICOS

La consideración del agua como un medio físico para transportar y deshacerse de un buen número de residuos de sus usuarios ha hecho que el equilibrio físico, químico y biológico de ésta se vea ampliamente superado en ciertas condiciones, y que llegue a un nivel de deterioro inaceptables en ciertos casos.

El concepto de autodepuración vendría de esta manera a de designar la capacidad de un medio natural, en este caso las aguas superficiales, de aceptar una cierta aportación de sustancias o energía, sin llegar a experimentar modificaciones significativas de su calidad. La controversia surge cuando se entra a analizar el grado de significación de las modificaciones, como por ejemplo de las que afectan al oxígeno disuelto, la productividad biológica o el enriquecimiento de determinadas sustancias.

EL AGUA COMO FUENTE Y MEDIO RECEPTOR DE ENERGÍA TÉRMICA

La creación de las diversas técnicas de generación de energía se ha desarrollado entre el equilibrio de la demanda de los recursos naturales y la necesidad de conservarlos, al mismo tiempo que se protege la vida que se desenvuelve en ellos.

Dentro de este marco, las aguas superficiales constituyen un medio insustituible a la hora de generar energía por medio de centrales hidroeléctricas, así como un elemento físico para el transporte de energía térmica.

La utilización de las aguas superficiales para estos fines puede alterar el equilibrio natural tanto de forma directa, por la variación del caudal o la temperatura, como de forma indirecta, por los efectos derivados de la regulación en embalses o el régimen de circulación forzada a que se pueden ver sometidas. El impacto ambiental de los embalses, por ejemplo, hace que su presencia sean causa de controversia.

Un caso similar es el de las centrales térmicas que provocan la subida de las temperaturas de las aguas superficiales. Estos efectos sobre el medio ambiente hacen que su ubicación y potencia se vean limitadas, afectando con ello tanto los costes de inversión como de producción de energía eléctrica. Así también se introduce un elemento diferenciador entre países que influye en sus posibilidades de desarrollo.



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